Historia

Crédito: Arturo Peón
Maloca Creatividad ha sido el producto de un proceso de transformación personal.
Hacia principios 2006 había yo terminado un ciclo de desarrollo profesional en la consultoría, me encontraba en un periodo de workoholismo desgastante, trabajando más de 12 horas al día, mi cabeza ocupada por los problemas que vivían mi equipo de trabajo y mis clientes, con poco espacio para poner atención en las inquietudes creativas que vivían en mí como un vago anhelo incesante.
El camino a recuperar cierto balance de vida pasó por una singular triada de prácticas sanadoras: la continuación del proceso de psicoanálisis que había comenzado dos años antes con Raquel Radosh, el movimiento expresivo y el masaje en Rio Abierto y el acceso a un curso de documental en los Talleres de Coyoacán.
El fin de año del 2006 Jennifer y yo hicimos un viaje a San Cristóbal de las Casas que resultaría un parteaguas. Integramos un espectáculo de cuentos que presentamos en bares y restaurantes. La agenda de cuentos e historias que formaron parte de aquel se cristalizó bajo el paraguas de una aspiración: Viajar hacia el corazón; viajar porque el corazón lo pide; viajar o el corazón se muere. Viajar con el corazón en la mano, a través de la palabra.